El primer viaje de mi hija con PKU sola
Algún día tenía que llegar. Hoy quiero hablar de que mi hija de 17 años está de viaje de estudios en Roma. Curiosamente yo también estuve con esa edad en la ciudad eterna. Y también fui con mis amigos. Fue un viaje increíble. Aunque no fue no fue un viaje de estudios. En aquellos días no se organizaban viajes en mi instituto.
Sinceramente espero que ella se lo esté pasando genial, tan bien como me lo pasé yo en su día. Aunque al parecer ahora Roma esta masificada y cuando yo fui, hace más de 30 años, las cosas eran muy diferentes.
Le he preguntado cómo lleva el tema de la comida y me ha dicho que todo está fatal organizado. Sus palabras exactas fueron: papá, estoy en modo supervivencia.
OMG!!!!
El miedo de todo padre con una hija con PKU
Tuve que hacer un esfuerzo para no entrar en pánico. Ella se está encargando completamente de su comida, a pesar de que desde la organización nos dijeron aquí que todo estaba controlado y se iban a responsabilizar de que no le faltara nada de su alimentación baja en fenilalanina.
Supongo que es un miedo común a todos los progenitores con un hijo o hija con PKU. Ese primer viaje donde se marcha solo o sola y tienes que confiar en que otros harán lo que te dicen que harán.
Por supuesto que hasta ahora siempre que se iba de viaje me aseguraba (o su madre) de que todo estaba listo para su comida PKU. Todo estaba calculado al milímetro para que no le faltara la fórmula PKU y no pudiera pasar hambre. Así hemos viajado, y lo sabéis si sois fieles lectores del Blog, a medio mundo.
Pero, la verdad, eso de que los hijos se hagan mayores y se independicen y sus problemas sean más de ellos que de uno propio, es algo difícil de gestionar. Me cuesta mucho no ser sobreprotector.
Imagino que no soy el único que aprende y madura según pasan los años. Mi hija aprende a independizarse y yo no tengo más remedio que aprender que, paso a paso, se hace una mujer autónoma e independiente y que me necesita menos (ahora es cuando me tenéis que imaginar llorando a lágrima viva y se me caen los mocos mientras escribo esto).
Lo llevo mal
No obstante no lo voy a negar: lo llevo mal. Pero al mismo tiempo no dejo de alegrarme y de sentirme orgulloso. Me acuerdo de cuando yo tenía su edad. Por desgracia la memoria es una prostituta que se vende ante la necesidad de tener que justificar cualquier emoción o acto. Se vende a la mejor interpretación del presente o ante la necesidad de una emoción concreta.
Si ahora yo tengo que recordar que de adolescente era un buen hijo, que llamaba a sus padres con asiduidad, así lo recordaré. Si estoy con amigos y tengo que pensar que éramos rebeldes, así lo recordaré.
El tiempo pasa
En fin, que no me puedo fiar de mi memoria y de cómo hice cuando me fui de viaje a Roma. ¿Llamé a mis padres? ¿Les eché de menos?
Pero llevo mal eso de que mi hija no me haya llamado nada más que una vez. Me cuesta aceptar que ella se está encargando de su alimentación. Me la imagino sobreviviendo a base de ensaladas y patatas fritas. Bueno, si es así, seguro que se lo está pasando de miedo. La verdad es que yo me alegro mucho por ella. No podía ser de otra forma, pero la quiero mucho y me preocupo. Eso normal también.
PD: No estaba llorando pero me faltó poco. Es coña, me estaba tomando un tinto de verano. Bueno, un poco sí lloré.

Emma y yo