Ésta es mi tercera entrada sobre el déficit de atención. Tal y como os comenté en la última, quiero explicar un poco mejor cuáles son sus síntomas. Deseo realizar un acercamiento más profundo acerca de cómo entender de manera adecuada cada una de sus características. Al mismo tiempo espero poder hacerlo de una manera que os sea fácil y clara de comprender. Para ello, probablemente recurra a la exageración o a la manifestación límite del síntoma.

Profundizando en los síntomas del déficit de atención
Síntoma número 1
No presta atención a los detalles. Por descuido el menor comete errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades.
Hay personas que son despistadas por naturaleza. Todos lo sabemos y conocemos a alguien que se distrae muy fácilmente. No hablo necesariamente de un menor de edad, aunque los que somos profesores vivimos a diario esa situación en la que uno de nuestros alumnos se distrae de manera permanente. Casi siempre nos encontramos con al menos un estudiante que tiene un mal día en la clase. A veces se debe a que el alumno ha dormido mal, se acostó tarde, sufre de mal de amores y/o está pensando en otra cosa. Puede suceder que está preocupado por algo o que tiene un mal día como cualquier ser mortal.

La cuestión es que no es algo que caracteriza al alumno. Simplemente hoy no es capaz de concentrarse. Esto no es un síntoma del déficit de atención. El niño con déficit de atención se distrae de manera repetida, en todas las clases, independientemente de que le gusten o no, de si ha dormido bien o no, de si está enamorado o cabreado. Concentrarse, para él o ella, es un reto. Al no prestar atención es muy fácil que cometa errores y se equivoque. Confunda el día del examen, apunte los ejercicios erróneamente o crea que el día del entrenamiento es el miércoles a las 20 horas cuando era el lunes a las 17 horas.

Síntoma número 2
Tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas. Es decir, no sólo en tareas escolares que le resultan aburridas. El menor o la menor, no se concentra incluso con cosas que le gustan.
El niño o la niña con este déficit, no está buscando una vía para no realizar sus tareas. No es un mal alumno que de manera consciente quiere hacer sentir mal al profesor. Tampoco busca hacerle la puñeta, molestarle o sacarle de sus casillas. En absoluto quiere dedicarse a propósito y en exclusiva a molestar a sus compañeros.
En el déficit de atención, la baja capacidad para concentrarse no es una elección, es un problema y se sufre. Afecta a todas las áreas personales del menor, no únicamente a la escuela o el instituto. Estos niños presentan problemas para seguir instrucciones en el deporte o con los amigos en actividades lúdicas, de juego, recreativas.

Muchos profesores o profesionales de otras áreas, que se encuentran con el niño o la niña con problemas de atención, creen que ellos son así porque quieren, por lo que lo mejor que pueden hacer es castigarles. Están muy equivocados. La solución no es tan sencilla.
Síntoma número 3
Parece no escuchar cuando se le habla directamente.
El menor o la menor no está mentalmente contigo cuando le hablas de manera normal. Lo que para ti es una conversación para él o ella es la lectura del Quijote sin pausas.
Es frecuente que se evadan mentalmente a la menor posibilidad y que cuando le hables no parezca que te esté escuchando. Es así porque realmente no lo está haciendo.

Por hoy no me extiendo más. En breve publicaré otra entrada con los siguientes cuatro síntomas del déficit de atención. Por favor, si tenéis dudas o no habéis entendido algo, decídmelo para que lo explique mejor. Si lo habéis entendido, también decídmelo. Me hará muy feliz saber que os he ayudado.